miércoles, 30 de noviembre de 2011

Daniel Raventós en La Casa del Mundo


A falta de que Antonio comparta el video de la charla que ofreció Daniel Raventós la semana pasada en Trujillo, donde con más detenimiento explica todo lo relacionado con la Renta Básica Universal, qué es, cómo se aplica, cómo se financia y qué ventajas reporta, sirva de aperitivo la entrevista que le hizo ayer Joaquín en La Casa del Mundo. Raventós, además de profesor titular en la universidad de Barcelona, miembro del consejo cientifico de ATTAC, miembro del comité de redacción de la revista Sin permiso y fundador y presidente de la Red Renta Básica, es también una de las grandes autoridades en ésta materia, la renta básica, dentro del reino de España, como ya sabeis todos, y más aquí que sois más rojos que la hoz y el martillo. Todo un lujo que bien merece una entrada en exclusiva:

¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

martes, 29 de noviembre de 2011

Tebeos en La Casa del Mundo (VII): Obélix y compañía, de René Goscinny y Albert Uderzo

Me preguntaba yo hace un par de semanas, medio en broma, medio en serio, que dónde están los tebeos de Astérix y Obélix. Pues mira, aquí os los traigo. Y con razón, porque hubiera sido imperdonable dedicar una sección a la historieta y no hablar de ésta serie, una de las más importantes que haya dado nunca el medio. ¿O alguien duda de que los personajes creados por el escritor René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo allá por 1959 en la mítica revista Pilote, Astérix, Obélix Idéfix, Panorámix, el bardo Asurancetúrix o el jefe Abraracúrcix son ya patrimonio indiscutible de la cultura popular de nuestro tiempo? Porque además son tebeos que encandilan por su desenfado, por su carácter de literatura de evasión. Cuando uno abre un álbum de Astérix sabe que se adentra en un mundo que nada tiene que ver con el mundo que le rodea, que por un breve momento podrá olvidarse de todos sus problemas e inquietudes. Hagamos la prueba. Voy a elegir un título al azar, uno cualquiera. Por ejemplo este que me queda más a manos: Obélix y compañía.

Año 50 antes de Cristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste ahora y siempre al invasor…

Sí, resisten los galos, pero no se imaginan la magnitud de la crisis que se les avecina. Porque hartos de tantos reveses,
el Cesar y Cayo Coyuntural -un joven ambicioso recién salido de la escuela imperial de administración- han urdido un diabólico plan que amenaza con hacer saltar por los aires la estabilidad del pueblecito.

¿ El plan?

Apoyados en el crédito ilimitado del las arcas imperiales, pretenden comprar todos los menhires de la aldea de forma que se cree un boom alcista en el mercado y forzar así a los galos, casi sin darse ni cuenta, a sumergirse en una loca y obsesiva carrera por incrementar la producción. Para ello Cayo Coyuntural traba amistad con Obélix y le pide un mayor número de unidades. Obélix se ve obligado a abandonar sus saludables hábitos de vida para emplearse a fondo en la talla del menhir; contrata vecinos para que cacen por él y además empieza a preocuparse por vestir como corresponde a un hombre de su posición

¿La consecuencia?

En seguida toda la vida del pequeño pueblo gira alrededor de los euros… digo… de los sestercios del menhir. Y aunque la aldea atraviesa un momento de bonanza económica, ya no es la que era, porque lo hace a expensas del sacrificio de sus valores tradicionales. Cosa que no gusta ni un pelo ni Astérix ni a Panorámix, los únicos que mantienen la cordura. Hasta que repentinamente y en vista de la alta rentabilidad del mercado, todo el mundo antiguo, los romanos, los griegos, los fenicios... se pasa al sector. Nadie se resiste a la fiebre del menhir, ni aun cuando eso implique descuidar las demás actividades productivas. Y eso que tampoco nadie sabe con certeza para qué diablos sirve un menhir.

Y claro, inevitablemente un día el mercado se satura y colapsa; las arcas del Cesar, que hasta entonces se habían encargado de financiar y promover el boom se vacían y no quedan ni las telarañas; los romanos, que son arteros pero no tontos, dejan inmediatamente de comprar y el precio del menhir, y con él el sector al completo, se hunde en la miseria. Lo que hasta entonces había sido una mercancía de lo más apetecible ahora se transforma en un bien molesto, inconveniente, no sé… algo así como… como un activo tóxico. Lo cual al menos servirá, una vez superado el disgusto, para que la irreductible aldea gala recupere la sensatez y vuelva a sus valores tradicionales, alejada definitivamente de la obsesiva gripe mercantilista por la que ha atravesado. Y ya de paso y como quien no quiere la cosa, para volver a zurrarle a los romanos, en nombre de las buenas costumbres, sí, pero también por conspiradores y por listillos.

En fin, que estamos ante una divertidísima y no menos feroz sátira sobre un hipotético e imaginario mundo de los negocios que por supuesto, como toda literatura de evasión, no tiene nada que ver con nuestro mundo real. Pero vamos, nada, lo que se dice nada. Ya lo apuntan los propios autores en una de las viñetas del álbum:

…lo que va a seguir será difícilmente comprensible para aquellos que no están familiarizados con el mundo de los negocios antiguos. Más aún teniendo en cuenta que todo esto es impensable hoy día, pues a nadie se le ocurriría probar a vender algo completamente inútil…

Di que sí, ¡viva la imaginación y la fantasía!

Obelix Y compañia¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

... y Dave Gibbons en El País

No iba a ser menos el dibujante que el guionista...

'Watchmen' de leyenda · ELPAÍS
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

Alan Moore en el diario Público...

Ahora parece de lo más normal, incluso puede llegar a hacerse algo pesado, pero no hay que esforzarse demasiado para recordar un tiempo y un escenario en el que encontrar información sobre el tebeo y sus autores, incluso de guionistas del renombre de Moore, era prácticamente impensable en los medios generalistas. Por eso no deja de ser motivo de satisfacción que sigan apareciendo con normalidad este tipo de entrevistas y reseñas. Esta en concreto tiene ya un par de añitos, cosa que no la hace menos interesante:

Entrevista a Alan Moore en Público¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

lunes, 28 de noviembre de 2011

Luis Alberto de Cuenca en el ciclo Del tebeo a la novela gráfica

Organizado por la Fundación MAPFRE en el pasado mes de septiembre, durante una semana figuras del mundo de la cultura de la talla de Fernando Savater, Martín Casariego, Juan Manuel Bonet, Juan Carlos Fresnadillo o el propio Luis Alberto de Cuenca se dedicaron a analizar diversos aspecto del cómic. Desde su origen y evolución hasta sus relaciones con la literatura y el cine, pasando por el panorama internacional, el repaso que le dieron al universo de las viñetas fue bastante exhaustivo y no menos interesante. Así que tampoco os extrañeis demasiado si dedico los próximos días a destripar lo más destacado de las jornadas. Por ejemplo, y de momento, me quedo del primer día con la intervención de Luis Alberto de Cuenca centrada en torno a las tres escuela fundamentales del medio: la norteamericana, la franco-belga y por supuesto, la japonesa, de la que se reconoce admirador del gran Tezuka. No, si tonto no nos ha salido el niño...


¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

sábado, 26 de noviembre de 2011

Hajime no Ippo (Espíritu de lucha), el ánime

Me imagino que esta entrada, como prácticamente todas las que hago, no interesará demasiado a nadie. Y menos que a nadie, a los letrineros habituales, que no es que sean precisamente seguidores entusiastas del ánime o del boxeo. Pero os digo lo mismo que cuando subí la lista de mis combates de boxeo favoritos: a la larga es una entrada que reporta muchas visitas. Se ve que allá afuera hay gente con otros gustos. Así que nada, me saqueo a mí mismo y reciclo para vosotros esta reseña:

Ahora entiendo por qué no consigo que la gente se interese más por mi magnífico blog: no estoy dando mi máximo. Es cierto que la escritura de cada entrada me lleva al borde de la extenuación física y mental, pero eso no es suficiente; debería llegar al borde mismo de la muerte con cada una de ellas. Mismamente como Ippo “alquiler de botes de pesca” Makunouchi en sus combates. Fijaros si no estoy dando mi máximo que para hacer esta entrada apenas me he vitos la primera temporada, es decir
sólo 76 capítulos. Y encima, a diferencia del bueno de Ippo, nunca me han sangrado los oídos y ni los ojos . Una vergüenza. Pero olvidémonos de lo mío, que no tiene remedio y centrémonos en la serie.

Hajime no Ippo, traducido libremente al castellano como Espíritu de lucha, es un ánime de temática pugilística basado en el manga del mismo título que creara a finales de los ochenta el desconocido, al menos para mí, Jyogi Morikawa. Se trata de la típica japonesada que toma en este caso el mundo del boxeo como vehículo para meternos por los ojos y hasta la nausea la idea, tan cristiana y
disneysiana ella, de la superación personal a través del esfuerzo y el sacrificio. O sea como en Los caballeros del Zodiaco o en Campeones. Porque sí, Hajime no Ippo es en ese sentido un anime arquetípico, con una estructura, un argumento, un desarrollo y unos personajes que ya son lugares comunes en la animación nipona. Y sin embargo no se puede negar que el estándar japonés sigue ejerciendo un atractivo enorme para nosotros, o al menos en quienes tampoco la hemos frecuentado en exceso y aún nos queda cierto margen para la sorpresa. En concreto lo que más me admira de esta serie es su habilidad para superar a base de oficio las tremendas limitaciones que le impone su carácter comercial.



Porque por un lado tenemos un esquema narrativo muy restringido, apenas una repetitiva sucesión de combates precedidos por pequeñas anécdotas personales. Y por otro, el hecho de que inevitablemente sabemos desde el principio cuál será el resultado final de los mismos. Y sin embargo, asombrosamente Espíritu de lucha consigue siempre mantener vivo el interés del espectador. Sí, es cierto, son combates y combates hasta el infinito, pero vaya, la habilidad de sus creadores es tal que son capaces de convertir cada uno de ellos en una especie de partida de ajedrez única, en una confrontación abierta de personalidades, de egos, de estrategias y de técnicas pugilísticas, algunas de lo más imaginativas y surrealistas como ese prodigioso salto de la rana, que jamás aburren y menos dejan indiferente. Igual que tampoco esas pequeñas anécdotas que hilvanan la sucesión de peleas son en verdad ni tan pequeñas ni tan insignificantes. Lo que en un principio puede parecer no más que una excusa para romper la monotonía del ring, considerado en el conjunto de la serie constituye una más que digna exposición de los orígenes y las motivaciones que animan a esa prolífica galería de personajes que la recorren. Este es sin duda otro de los puntos fuertes de la serie: los Makunouchi , Takamura, Kimura, Aoki y el entrenador Kamogawa por una parte, y los Miyata, Mashiba, Sendo, Volg o Date por otra dan cuerpo a una colección de protagonistas y secundarios verdaderamente admirable, con una diversidad de personalidades tan rica y tan llena de vida que uno no puede más que tomarles cariño. El resultado es que a pesar de los inconvenientes que he apuntado, de su rigidez y predecibilidad, los 76 capítulos que la componen, más de 25 horas sí calculamos a razón de 20 minutos por episodio, se beben del tirón, casi sin esfuerzo. Lo que no es poco decir. Y si encima, como a mí, te gusta el cómic, la animación y el boxeo, para qué quieres más. Lo tiene todo.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

jueves, 24 de noviembre de 2011

Monica Vitti...vitti vitti vitta vitta


Monica Vitti, 
se lo debía, bueno más bien se lo debía
a mí admirado Antonioni, Michelangelo, después de mi maltrato en las ondas hace ya algunas "nottes" 
en la Casa del Mundo, quería reflejar su mirada 
a través de una de sus musas.



¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Reino de España: pasmo, marasmo y fin de época


La entrada -y el mérito- corresponde a Joaquín, que es quien nos lo ha enviado. Pero bueno, como a él le falta tiempo, subo yo este esclarecedor artículo publicado en la revista Sin Permiso y firmado al alimón por Antoni Domènech, Gustavo Búster, Gerardo Pisarello y Daniel Raventós. En él se analizan, con el detenimiento que la cuestión merece, las claves de la situación política, económica y social por la que atraviesa España y se barrunta lo que se nos avecina después de la aplastante victoria del PP en las generales. Negros, muy muy negros nubarrones se ciernen sobre el horizonte...

20n2011¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

martes, 22 de noviembre de 2011

Tebeos en La Casa del Mundo (VI): American Splendor, de Harvey Pekar y Robert Crumb

Hoy voy a cometer herejía. O como dirían los niños de Carlos Giménez, voy a decir un pecado: hoy voy a elegir un tebeo de Robert Crumb y sin embargo, aún cuando todos sabemos que la gran creación de Robert Crumb es el propio Robert Crumb, no voy a hablaros de Robert Crumb, excepción hecha, claro, de la cantidad de veces que he dicho ya Robert Crumb. Pero no, para hablar de Robert Crumb prefiero emplazaros a otro programa; hoy quiero centrarme en la no menos interesante figura de su gran amigo Harvey Pekar, el único escritor que ha tenido el honor y el privilegio de contar, para ilustrar sus historias, con la colaboración de, seguro que no lo adivinais, Robert Crumb. Historias y colaboraciones recogidas bajo el título, ya todo un clásico del mundo de las viñetas, American Splendor.

Publicado en nuestro país por
Ediciones La cúpula en el número 12 de las obras completas de Robert Crumb, American Splendor es justamente el reverso tenebroso, la antítesis y hasta el antídoto y la refutación de lo que por tradición e historia ha venido siendo el tebeo norteamericano, esa industria fagocitada hasta la nausea por el superhéroe. Y es verdad, no puede haber nada más opuesto a las épicas y muy ruidosas aventuras de los superhéroes que las anécdotas mínimas, casi inexistentes, de Harvey Pekar, esos pequeños retazos de cotidianidad que se destacan y brillan precisamente por su total carencia de brillo, por su absoluta falta de esplendor.


Las peripecias que nos narra Pekar, en historias de apenas unas cuantas páginas, no pasan de ser las mismas simplezas y las mismas menudencias que nos acontecen a todos cada día. Peripecias del tipo, para que os hagáis una idea, de: Harvey conoce a Ed el loco, o Harvey hace cola en la caja del supermercado detrás de
una viejecita tacaña, o Harvey trapichea discos de jazz con los compañeros de trabajo, o incluso Harvey recibe el consejo desinteresado de Mr Boat o de Mr Rolling, filósofos urbanos que lo mismo disertan sobre el frágil equilibrio del cosmos que acto seguido le ofrecen un remedio casero para la alergia primaveral. Ese es precisamente el gran triunfo de Pekar, para cuya mirada nada es lo suficientemente insignificante, el de lograr convencernos de que es en los detalles más ínfimos donde reside lo auténtico, donde uno se da de bruces con las formas más sinceras y más honestas de la realidad.

Podríamos concluir que, en conjunto, American Splendor constituye una abrumadora crónica de la mediocridad; de la vida del hombre corriente, de ese hombre sin atributos -el propio Harvey Pekar- que lejos de los fastos y el oropel del éxito o la fama se esmera apenas por sobrevivir un día más sin dejarse por ello la dignidad en el camino. O dejándosela lo menos posible. Claro, y si encima cuentas con los dibujos de Robert Crumb... para qué insistir más.

Y ya por último y aunque no quiero extralimitarme en mis funciones, un consejo cinematográfico –Germán sabrá perdonarme- no dejéis de echarle un vistazo a la estupenda versión que protagonizó en 2003 el siempre solvente Paul Giamatti. Merece la pena.


American Splendor (Spanish)¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

domingo, 20 de noviembre de 2011

La noche electoral también en Letrinas

Hombre, nosotros no vamos a ser menos. Ahora mismo pirateo un par de señales y hala, ya podéis seguir desde aquí la fiesta del PP y el funeral por el estado del bienestar en nuestro país. Ahí tenéis una ventana que da directamente a TVE




Y aquí otra al diario El Mundo:



Por lo que parece, menudo festín se van a dar todos a costa del cadaver del PSOE.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

Votad, malditos, votad...

Eso dicen ellos, a una y otra orilla. Y así se llama también este pequeño documental grabado durante las primeras elecciones libres tras la transición a la democracia. Decía yo en la anterior entrada que pasa la vida y aquí nada cambia, pero tal vez no sea tan así; algo debe haber cambiado cuando antes todavía era posible oir a personajes como Felipe González defender propuestas de izquierdas, o a la gente ilusionada con la democracia y el derecho al voto. Por dios, cuánta ingenuidad. Aunque bien pensado, no más que en los tiempos actuales, donde más de media España sigue creyendo que la solución a todos nuestros males la tienen o los "liberales" del PP, o los "socialistas" del PSOE... Como para echarse a llorar. O a temblar:

¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

sábado, 19 de noviembre de 2011

Y pasa la vida... y todo sigue igual

Estando como están las cosas la verdad es que no quedan ni ganas de agitar al personal con el asunto de las elecciones de mañana. Para que os hagáis una idea, y aprovechando que estoy con el tema de los libro-juegos, os explico mi perspectiva echando mano de este formato:

1

Te despiertas temprano con los primeros rayos de sol, miras el reloj despertador situado a tu derecha y compruebas que hoy es 20 de noviembre de 2011. De repente recuerdas que es día de elecciones generales y que tienes una cita inexcusable con las urnas. Desayunas a toda prisa, te duchas, te afeitas, te vistes como exige la ocasión y al fin decides:

Ir a votar al PP
(pasa al nº2)
Ir a votar al PSOE (
pasa al nº2)
Ir a votar a IU
(pasa al nº2)
Ir a votar a otras formaciones
(pasa al nº2)
Ir a votar en blanco
(pasa al nº2)
No ir a votar
(pasa al nº2)
Cortarte las venas allí mismo
(pasa al nº3)


2

Gana las elecciones el PP y una horda insaciable de banqueros, comisarios europeos, presidentes del FMI y especuladores con la prima de riesgo invade tu hogar y te da por culo a ti y a todos los tuyos hasta que reventáis.

3

Una ambulancia te traslada rápidamente al hospital más cercano, te salvan la vida, gana las elecciones el PP y una horda insaciable de banqueros, comisarios europeos, presidentes del FMI y especuladores con la prima de riesgo invade el hospital y te da por culo a ti y a todos los tuyos hasta que reventáis.

Pues más o menos así es como me parecen las cosas, llenas de soledad, miseria, sufrimiento y tristeza y sin embargo... se acaban tan pronto.

Pero en fin, para aquellos que piensan que todavía hay lugar para la esperanza, que aún es posible organizar la contraofensiva, que hay que seguir luchando hasta el final, que la ópera no acaba hasta que canta la gorda o que hasta el rabo nos van meter todo el toro, ahí os dejo una charla muy inspiradora del siempre combativo Julio Anguita. Tenía pensado subirla hace tiempo, pero entre unas cosas y otras lo he ido dejando y ahora me da algo de apuro hacerlo justamente cuando ayer mismo estuvimos escuchándole en persona, pero oye, aunque el asunto de fondo es el mismo, la forma es muy diferente y creo que aquí se muestra aún más certero. Para mí es de largo el discurso antisistema más inspirado y evocador que he oído nunca. Claro que yo soy un poco sordo y escucho aún menos, así que eso tampoco significa gran cosa. Pero en fin, no deja de ser estremecedor el hecho de que el discurso fuera pronunciado en 1999 -curisamente aquí, en Extremadura, y delante del gran Saramago-, es decir en lo más granado y en lo más bollante de la aznaridad, ese momento historico en el que se estaban guisando a fuego lento, o tal vez no tan lento, todas las miserias y todos los recortes que ahora padecemos.

¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

viernes, 18 de noviembre de 2011

El hechicero de la montaña de fuego, guía de juego

"(...) El libro es un acervo indeciso de borradores contradictorios. Lo he examinado alguna vez: en el tercer capítulo muere el héroe, en el cuarto está vivo (...) nadie pensó que libro y laberinto eran un solo objeto (...)la confusión de la novela me sugirió que ése era el laberinto (...) yo me había preguntado de qué manera un libro puede ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que el de un volumén cíclico, circular. La relectura general de la obra confirmó esa teoría. En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Tsúi Pen, opta -simultaneamente- por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Tsúi Pen,, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones. Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen(...)"

Jorge Luis Borges, El jardín de senderos que se bifurcan (Ficciones, 1941)


De esta manera tan explícita anticipaba ya Borges, nada menos que en 1941, las que vendrían a ser las principales señas de identidad del género de los libro-juegos. Un género con antecedentes curiosos como el Un conte à votre façon de Raymond Queneau o, apurando mucho, la ilustre Rayuela de Julio Cortazar, al decir socarrón de algún aficionado, el libro-juego más sobrevalorado y decepcionante de la historia. Pero es sobre todo a partir de la década de los 80 cuando este formato se consolida y alcanza gran popularidad, en especial a raíz de la publicación en 1982 de El hechicero de la montaña de fuego (Steve Jackson y Ian Livingstone). Clásico entre los clásicos, no creo que resulte exagerado afirmar que El hechicero de la montaña de fuego es la piedra fundacional sobre la que se asienta el género, donde se establecen por primera vez, aunque sea aún en su aspecto más embrionario, todas las convenciones que dan forma al libro-juego como tal y que, además, inaugura la serie Lucha ficción (Fighting fantasy), serie pionera sin cuya influencia sería imposible imaginar el desarrollo y evolución de otras series míticas como El lobo solitario o La busqueda del Grial. Así que no es de extrañar que cuando uno decide aventurarse por las grutas y pasadizos de la montaña de fuego se sienta invadido, de alguna manera, de ese sabor tan especial y tan característico que tienen los clásicos. Claro, hasta que se que topa con el famoso laberinto de Zagor y se le caen los palos del chozos...

No deja de resultar curioso que en un juego como este, nada prolífico en trampas mortales o en enemigos inaccesibles, que además vela siempre por el bienestar del viajero lector proporcionándole infinidad de oportunidades para recuperar su buena salud, sus autores se descuelguen ya en el tramo final con un demencial entramado de encrucijadas y pasadizos que llega a resultar incluso agobiante, por no decir terriblemente aburrido. Pero bueno, mantengamos la calma; aquí estoy yo para fatigar todos los caminos y encontrar la salida a este gris laberinto, sin pasiones ni orgullo. Ese es el objetivo de esta entrada, dejaros, como si de un videojuego se tratara, una guía de juego que os permitirá moveros con soltura por los subterraneos de la montaña y alcanzar sin el menor rasguño vuestra meta, el ansiado
párrafo 400. Mi intención es describir la ruta más rápida, descubriendo a lo largo del paseo la localización de aquellos objetos esenciales que habremos de recoger para acabar con éxito el juego. Lo que no quita, por su puesto, que siempre os quede la posibilidad de explorar por vuestra cuenta, perderos un poco por ahí, marearos hasta echar las potas con el laberinto, rebuscar más puntos de resistencia o recaudar más oro o más artefactos completamente inútiles. Sentiros libres de hacer lo que os venga en ganas; yo haré lo que me salga de las narices. Al lío, a la montaña:

En los túneles iniciales

Estamos frente a la entrada de la montaña (1) y ante nosotros se despliega la primera red de pasadizos, que debera conducirnos, si nos movemos bien, hasta el río subterraneo. Esa es nuestra primera misión, llegar sanos y salvos a él, sin olvidarnos de recoger en el camino los siguientes objetos fundamentales:

-Llave nº 99 -Libro conjuro antidragones "Di Maggio" -Ojo del Ciclope -Llave nº 111

A la entrada nos encontramos con la primera bifurcación; podemos ir al oeste o al este. Bien, olvidaros por completo de la rama este, donde no encontraremos nada útil para nosotros, y centraros en la oeste
(71-301) . La línea nos lleva hacia un recodo que gira al norte y allí se nos despliega un corredor norte-sur. Este corredor se compone de tres puertas insertas en el muro oeste con sus correspondientes salas. Nosotros pasamos de la primera (208) y vamos directamente a la segunda (397). Allí encontraremos la primera de las llaves necesarias, la nº 99. Para ello tendremos que abrir la caja depositada en la estancia (240) y matar a la serpiente (145). Salimos y nos dirigimos a la tercera habitación (363-370), matamos a los dos demonios borrachos que la habitan (116-378), abrimos la caja Farrigo Di Maggio (296) y nos guardamos el libro que contiene, que más adelante nos servirá para derrotar sin despeinarnos al dragón. Salimos (42), llegamos al final del corredor norte-sur y nos encontrarmos ante un corredor este-oeste. Nos olvidamos del oeste, y nos vamos de cabeza al este (113) y después ascendemos otra vez hacia el norte (285). Nuevo pasillo con tres puertas, esta vez en la cara este. De las tres puertas sólo es importante entrar en la primera, donde un hombre pide auxilio a gritos. Accedemos a socorrerlo (213-36-263) y a cambio el nos ofrece tres informaciones muy importantes:

- Presentar respetos al barquero, esencial para cruzar más adelante el río
- Buscar a un hombre con un perro, poseedor de las llaves del Almacen de barcas
- No olvidarnos de tirar de la palanca de la derecha para abrir la puera de hierro, si queremos evitarnos un disgusto

Le damos las gracias y continuamos ignorando las siguientes puertas
(314-300-303) hasta alcanzar el inicio del corredor este-oeste. Pero, oh sorpresa, el acceso está bloqueado por un rastrillo y tenemos que elegir entre tirar de una palanca que se encuentra a la izquierda o de otra situada a la derecha. Hacemos caso al viejo y tiramos de la palanca derecha (128) y voilà, via libre para nuestro viaje hacia el este (58). Silbando apaciblemente nos dejamos llevar por las estelas en la mar; incluso si hemos hecho mucho el tonto por ahí y estamos un poco bajos de resistencia podemos tomarnos un descanso en el banco de madera (15), que no nos va hacer ningun mal, sino todo lo contrario. Pero bueno, yo me he propuesto describir la vía más rápida, así que, infatigable como soy, continuo sin detenerme (367) rumbo al este (323) y más allá (255). Aquí llegamos a una confluencia especialmente importante para esta primera etapa, pues en los aposentos que se alzan frente a nosotros vamos a hallar los dos objetos que aún nos restan por encontrar: el Ojo del Cíclope, necesario para fulminar al hechicero, y la primera de las llaves nº 111. Así que sin pensárnoslo dos veces entramos en la sala (193), nos deleitamos con el lujo que la adorna, y tratamos de llevarnos El Ojo del Cíclope, situado en la estatua que se yergue en un rincón (338). Eso nos obligará, faltaría más, a derrotar al Cíclope de hierro en singular combate (75). Pero merece la pena, porque una vez derrotado, no sólo nos quedaremos con El Ojo del Cíclope, sino que encontraremos automáticamente (75 también) la llave nº111. Y ahora, ya bien pertrechados, con todo los objetos necesarios a buen recaudo, podemos emprender con buena conciencia el camino hacia el río (93-8). Al encarar el último de los corredores norte-sur antes del río, nos asaltará un bárbaro loco que se cree Conan. Aunque nos tilden de corbades, huid de él por la vía del (189), que os pondrá a salvo en una sala con cuadros. Demostrad vuestra indiferencia por la pintura, la madera o las cuerdas y seguid sin deteneros (90-253-73-218): en esta fase ya no hay nada para nosotros.


Cruzando el río y más allá

El objetivo de esta fase es, por supuesto, conseguir cruzar el río sin resfriarnos ni perecer ahogados, que también es importante, y sobre todo alcanzar sin contratiempos la entrada del temible
laberinto de Zador. Aunque el viejales al que liberamos antes nos recomendó buscar la llave del Almacen de barcas, nosotros vamos a ensayar otro camino más tranquilo que no requiere de llave ninguna. Hacedme caso, he agotado todos los destinos y os aseguro que no hay en el Almacen de barcas nada por lo que merezca turbar nuestra calma (bueno, está la llave nº 66, pero podremos sobrevivir sin ella, vaya que sí). En lo que si vamos a prestar caso al consejo del viejales es a la conveniencia de presentar nuestros respetos al barquero si queremos cruzar el río. Tocamos la campana para avisarlo (3), pagamos sin rechistar las tres piezas de oro que pide (272) [Creo que en el camino descrito encontraremos más de una, pero si no fuera así siempre tenéis la alternativa de matar al barquero (127-188-342) y no sólo no pagar sino quedaros con las dos monedas de oro que lleva en los bolsillos. Pero paso, no quiero problemas; yo pago]. Y efectivamente, cruzamos el río sin más inconveniente, vaya, casi como quien viaja placidamente en un ferry... (7-214). Una vez cruzado el río, nos encontramos en el interior de una gruta. Tenemos tres opciones, seguir por el este, continuar por el oeste, o, como es mi intención, tirar to pa´lante. Vía este también se llega a la entrada del laberinto, pero me parece una ruta más complicada de seguir, especialmente porque exije que antes se organice una excursión al oeste en busca de la llave del Almacen de barcas. Pues nada, abrimos la puerta que tenemos enfrente (104), nos dan un golpe en la cabeza y perdemos dos puntos de resistencia (eso no es nada, hombre), nos llevan a una sala con cuatro zombies (122), luchamos contra ellos (282), les derrotamos tranquilamente (115), inspeccionamos los barriles que hay en la sala (330), nos tomamos un tragito reparador de ron (6 puntazos de resistencia del tirón) y aquí no ha pasado nada (81). Entramos en un cripta (205), salimos de ella sin tocar nada (380-37), nos dirigimos pitando al norte (366) doblamos una curva cerrada, seguimos al este, y nos colamos por la estrecha abertura que hallamos en el muro norte (89), bajamos unas escaleras (286) y como quien dice estamos ya a los pies del laberinto. En verdad estamos en una cámara grande con tres cadáveres putrefactos, pero nosotros nos hacemos los longuis y sin mirar nada nos largamos por el camino (107-195). Y ahora sí, ante nosotros... ¡el laberinto de Zagor! (48)

Dentro del laberinto

Aunque siempre me han atraído, no puedo decir que haya jugado a muchos libro-juegos. Siendo pequeño me compré uno, el nº 11 de Lucha Ficción,
El talisman de la muerte, que aún conservo, y si acaso jugué un par más que tenían en nuestra clausurada, a cal y canto y por los siglos de los siglos, biblioteca municipal. Es decir, no soy ningún experto en la materia ni tengo las suficientes referencias como para poder opinar. Pero por lo que tengo entendido esta primera aventura peca un poco de cierto simplismo, de bienintencionada, de poner en excasos aprietos al lector aventurero. Y sin embargo mi impresión es que el laberinto tiene un nivel de dificultad capaz de desafiar al jugador más avezado. Vamos, a mí lo que me parece es que es completamente demencial: una red intrincadísima de encrucijadas, donde cada camino abre otra red de tres o cuatro senderos, que a su vez desembocan en otros cruces de multiples caminos que a su vez... Por supuesto, como decía Borges, la única manera de que el libro, finito, pueda simular esta vastedad casi infinita es recurriendo a la circularidad de los caminos. Pero no creáis que lo hace de cualquier manera: el trabajo de refutación que demanda cada linea, el esfuerzo necesario para demostrar que un camino, cualquiera de ellos, es esteril porque en última instancia incurre necesariamente en el circulo cerrado, en el bucle infinito, requiere en mi opinión de una paciencia que está muy por encima de lo que es razonablemente exigible en un juego. Bueno, excepción hecha, claro, de juegos tan chorras como el ajedrez o la filosofía. Y es cierto, adentrarse en la laberinto, transitarlo y perderse en sus ramales provoca la angustia y la desesperación, pero sobre todo las ganas de mandar a freír esparragos al libro. Porque además si hasta ese punto, el 48, los derroteros que se pueden seguir están descritos con rigurosa coherencia, pudiéndose cartografiar sin problemas el plano de la montaña al tiempo que se recorre, con el laberinto esta pretensión se muestra inútil. No hay coherencia en la sucesión de los caminos, no es posible trazar su mapa. Y ojo, porque en el laberinto no sólo hemos de encontrar la salida, sino también la última de las llaves, la segunda con nº 111. Así que nada, agarraros bien de mi mano, y no os soltéis pase lo que pase. Como diría Hermann Hesse, lo contrario cuesta la razón:

Vamos allá, vamos directo a por la llave y después a por la salida. Estamos en el
(48), llegamos a otro corredor este-oeste. Avanzamos hacia el este para girar después hacia el norte (391), continuamos hacia el norte (52), alcanzamos un cruce con forma de T, continuamos hacia el norte (354), doblamos hacia el oeste (308), nueva encrucijada de cuatro caminos, seguimos subiendo hacia el norte (54) y por fin nos topamos con una puerta. ¿El fin del laberinto? Las ganas vuestras: la segunda llave nº 111. Entramos en la habitación (179), descargamos nuestra frustración en el pobre minotauro hasta extinguirlo (258) y allí mismo, entre los cacharros rotos, tenemos la última de las llaves. Ahora sólo resta regresar sobre nuestros pasos y seguir buscando la salida del laberinto (54-308) De vuelta a este cruce, ahora en vez de tomar hacia el norte lo haremos hacia el sur (160), nos dejamos mecer por las sinuosidades obligatorias del camino (267), sin ponernos nerviosos ante las inteminables encrucijadas seguimos hacia el sur (246), más vueltas y revueltas, nuevo cruce, ascendemos hacia el norte (329), hacia el este (299), hacia el norte (359), y hacia el oeste (385). Y ahora por fin estamos donde queríamos, frente a la pared norte de este corredor este-oeste (si os parece retorcido de seguir, imaginaros hacerlo sin instrucciones...). Inspeccionamos la pared norte (398), y ¡eureka!, encontramos un tirador con un pomo; apretamos el pomo (364), se abre una puerta excavada en la roca, y rápidamente nos colamos por ella (373). Rumbo al norte (85), y ya casi estamos fuera. Ahora nos encontramos con una nueva encrucijada que nos obliga a preguntarnos, ¿no hemos tenido suficientes oportunidades para perdernos como para que el Jackson y el Livingstone todavía sean tan cabrones de ponernos tres caminos más hacia la perdición? ...y además justo delante de la salida del laberinto, hijos de.... en fin, nosotros a lo nuestro, al norte (106) y ¡salimos!.

Monstruos finales...

¡Dios, que experiencia más infernal! Probad alguna vez a perderos por él y buscad la salida por vuestra cuenta. Ya me contaréis, ya... El caso es que lo hemos logrado, y ahora lo que nos queda por delante es mero coser y cantar. Porque ni quiera vamos a tener que molestarnos en desembainar la espada. Vamos, un remanso de paz y felicidad. Para empezar, hemos acabo en
la gruta del dragón, que por supuesto querra pisotearnos la cabeza -no le culpemos por ello, está en su naturaleza-, pero, ah, mala suerte, nosotros recordamos nuestro hechizo antidragones (126-26-371) y adios dragón. Ya sólo nos queda el hechicero. Nos dejamos llevar en volandas por el libro (274) hasta los aposentos de aquel, irrumpimos espada en mano (324-358), por supuesto él nos equiva sin inmutarse, pero más le valdría inmutarse, porque raudos rebuscamos en la mochila (105) echamos mano de El Ojo del Ciclope (382) y otro enemigo que se volatiliza frente a nuestras narices para siempre (396-242)

...y el cofre de las llaves

Estamos en
(242). Después de tan largas y peligrosas peripecias ya sólo nos resta poner a prueba las llaves que hemos ido recogiendo por el camino. Nosotros hemos ido directos a por la 99, 111 y 111, pero en total podéis encontrar seis llaves númeradas: además de estás tres, la 9, que está en (50); la 125, localizable en (361) y la llave 66, situada en (322). Si os queréis entretener un rato podéis probar diversas combinaciones, sumar sus números e ir a ese parrafo para comprobar lo que sucede. Y lo que pasa es simplemete que se os dirá cuántas llaves correctas habéis introducido y se os pedirá que lo volváis a intentar, salvo en el caso de la combinación 9, 125 y 66 (200), las tres llaves incorrectas, que conduce directamente a la muerte. El caso es que nos dejamos de tonterías, probamos con las tres que hemos recogido, 99,111 y 111, vamos a (321), de allí nos manda a (169), felicitaciones, aplausos y palmaditas, y al ... ¡(400)! Libro superado. Vaya, después de tan meritorio logro me siento capaz de enfrentarme con La muerte de virgilio o lo que haga falta...

Del 1 al 400 en 89 pasos

Por si alguien pasa de tanto texto, ahí va la secuencia completa de fragmentos a visitar para terminar el libro. Por su especial utilidad, os resalto en negrita la serie correspondiente al
laberinto de Zagor:

1-71-301-208-397-240-145-363-370-116-
378-296-42-113-285-213-36-263-314-300-
303-128-58-367-323-255-193-338-75-93-
8-189-90-253-73-218-3-272-7-214-
104-122-282-115-330-81-205-380-37-366-
89-286-107-195
-48-391-52-354-308-54-
179-
258-54-308-160-267-246-329-299-359-
385-
398-364-373-85-106-126-26-371-274-
324-358-105-382-396-242-321-169-400



El hechicero de la montaña de fuego (LF 1)¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

martes, 15 de noviembre de 2011

Tebeos en La Casa del Mundo (V): La gran superproducción, de Jan

Pues nada, que estaba yo pensando que sí, que aquí mucho hablar de tebeos y mucho ponernos esplendidos pero a la hora de la verdad ¿dónde están los tebeos de toda la vida? ¿Dónde están los Mortadelo y Filemón? ¿Dónde los Astérix y Obélix, o los Tintín o los Lucky Luke? Incluso ya puestos, los superhéroes. Porque claro, una cosa es querer reivindicar el tebeo como algo más, en verdad mucho más, que un mero divertimento infantil, y otra es renegar de aquellas maravillosas aventuras con las que muchos prácticamente aprendimos a leer. Así que nada, hoy, en descargo, toca tebeo infantil- juvenil. Y además, entre todos los títulos o personajes posibles, me quedo con mi favorito de siempre: el superhéroe español por antonomasia, el hombre capaz de hacer morder el polvo al Supergrupo apenas con una pregunta -¿quién es el jefe?-, que se las tuvo bien tiesas con todo el panteón de dioses de las diversas mitologías clásicas o que soportó la plaga de los inagotables petisos carambanales: por supuesto me refiero a Jo-Con-Él, alias Juan López Fernández, alias Superlópez, el genial personaje nacido en 1973 a la vera de la retorcida imaginación de Juan López Fernández, alias Jan. Claro, me imagino que habrá quien piense, bah, pero si Superlópez no es más que una burda parodia de Superman. Sí, hombre, sí, pero decidme, ¿cuántos superhéroes, cuántas burdas copias de Superman - y no olvidemos que todos los superhéroes lo son- conocéis que hayan hecho cine de arte y ensayo? Pues Superlópez lo hizo. Y si no me creéis, leeros La gran superproducción… vamos quiero decir que esa es mi recomendación para esta semana.

Os cuento: estamos en 1985; el lugar Barcelona. Llauna SA, la empresa de publicidad donde trabaja Juan López, el alter ego de nuestro héroe, decide dar el salto al negocio del cine y convertirse en Llauna Films. Así que se prepara para rodar, junto a la Carner Bros Tinctures, su primera gran superproducción: Tronak el Karbaro. Y para ello necesitan de todo un elenco de estrellas del celuloide: el famosísimo Brut Kanlaster recién sacado del asilo para la ocasión, la megaestrella americana Valerie Astro, rubia y despendolada ella; el cachas de mentirijillas Miguelito Miguel Gómez y por su puesto el niño Marcelino Vinopan, un macarrilla robacoches recién fugado del correccional. Y todos bajo las órdenes de gran Cecilio Bemille, el aclamado director de “El último mambo en madriz”. Y claro, con esos mimbres, pues ya os podéis imaginar el cesto: a las primeras de cambio el Kanlaster que se nos muere –literalmente - de tanta excitación; la Valerie que se niega a aparecer vestida en la pantalla a no ser que lo exija inexcusablemente el guión -habrase visto semejante país de salvajes-; al Miguelito Miguel Gómez que le da vergüenza emular al Glenn Ford de Gilda y arrearle una galleta como dios manda a la rubia o el niño Marcelino Vinopan que se nos pasa todo el tebeo pidiendo, además en cheli, un cigarrillo.

Por su puesto no se quedarán ahí los problemas de la gran superproducción: el gran Cecilio Bemille, decide mandarlo todo al carajo a mitad de película. Si total lo que él quería era rodar su Macbeth visto por detrás… Pero es que los de la Carner Bros se han echado atrás y el presupuesto ahora asciende, o mejor dicho desciende, a unas… 300 pesetas. Pero bueno, que no panda el cúnico, que siempre nos quedará Superlópez para hacer las veces de director, o de montador, o de especialista de efectos sonoros o de guardaespaldas de la Valerie o de lo que haga falta.

Estamos ante una descacharrante exploración del mundo del cine que no deja títere con cabeza, que se ríe lo mismo de actores que de directores, de guionistas que de críticos, de productores que de periodistas. Vamos, que deja a la altura del betún al Truffaut y su “noche americana”… Y encima con un desenlace que se adelanta casi en 20 años al Woody Allen de Un final made in Hollywood. Toma ya, el cine plagiando al cómic…

Por cierto, ¿alguien sabe que es una script girl?


Super López: La Gran Superproducción (Spanish, CRG) por Umbriel¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

viernes, 11 de noviembre de 2011

Kasparov: La leyenda de nuestro tiempo

Hacer una entrada, así, casi improvisada sobre el ajedrez de Gary Kimovich Kasparov, por un fiel seguidor suyo (como lo he sido desde siempre) es una arriesgada pero bonita aventura. Pues igual que la generación anterior había gozado del duelo Spassky-Fischer en el año 1972, nosotros vivimos uno de los duelos mas iniguables que se hayan vivido nunca en la historia del ajedrez. Fanáticos seguidores de los dos jugadores rusos, y que ansiábamos comprar el periódico El País e ir directamente a ver las páginas de deportes para ver el resultado del encuentro en el día anterior, reproducir sus partidas, devorándolas para llegar al final de ella y repasarla unas pocas de veces para entender donde estaban los aciertos y errores de estos grandes maestros. Así fueron los años 1984, 1985, 1986, 1987 y 1990, no un solo Match, como entre el ruso y el americano, sino 5 matches, a cada cual más increíblemente luchado que el anterior. Os dejo un Enlace a la Wikipedia sobre esta rivalidad.

Kasparov como Karpov pertenecieron a la ilustre escuela de ajedrez de Mijail Botvinnik, solo que Gary estuvo hasta el final de su etapa como estudiante y no se fue como Karpov. Kasparov después de Botvinnik tuvo a otro gran jugador como entrenador: Alexander Nikitin. Fue un niño precoz, un enorme talento y que rompió record en torneos, prácticamente a los que iba y a tierna edad, ya era la estrella mas llamativa y con razón, por que no solía defraudar, ya que no solía hacer las famosas tablas de gran maestro...




¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

jueves, 10 de noviembre de 2011

Los magiares mágicos


Lo hablábamos hace no demasiado tiempo, tal vez a colación del Barcelona de Guardiola o de la España de Del Bosque: de los grandes equipos que alguna vez han sido, el más impresionante de todos fue el de la Hungría del mundial del 54, la Puskas y Kocsis. Una selección que curiosamente nunca fue campeona del mundo y que seguramente ninguno de nosotros ha visto jugar. Pero es que lo números cantan que da gusto: campeona olímpica en Helsinki 52; más de 4 años invicta con un total de 33 partidos sin perder y la primera selección en derrotar a Inglaterra en Wembley (3-6 y 1-7 en la revancha). Tampoco su participación en aquel mundial del 54 deja mucho espacio para la duda; aquella era una selección para la historia. Sólo hay que mirar el once ideal del torneo para terminar de convencerse:

Grosics (Hungría)
Santamaría (Uruguay)
Varela (Uruguay)
Liebrich (Alemania)
R. Andrade (Uruguay)
Hidegkuti (Hungría)
Boszik (Hungría)
F. Walter (Alemania)
Puskas (Hungría)
Kocsis (Hungría)
Czibor (Hungría)

Más de la mitad del equipo ideal... y eso que no fueron campeones. Un hecho tan sorprendente, el que perdieran la final, que desde entonces a aquel partido que ganó Alemania por un ajustado tres a dos un 4 julio de 1954 se le suele conocer como El milagro de Berna. Y no es para menos. Ahí os dejo el recordatorio que le dedicó FIFA en el apartado de grandes equipos de la historia del fútbol; un DVD que sacó en 2005 con motivo del centenario de la fundación de la organización internacional:



Ahora sí, después del video, os dejo los resultados:

Hungría 9-0 Corea del Sur
Hungría 8-3 Alemania
Hungría 4-2 Brasil (vigente subcampeón del mundo)
Hungría 4-2 Uruguay (vigente campeón del mundo)
Hungría 2-3 Alemania
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

Como no me copies te pego

Reservado todos los derechos a los lectores, que podrán copiar, manipular, alterar y hasta leer todos los textos de este blog. Eso sí, se agradecería que mencionaran de dónde diablos han sacado el juguetito.