sábado, 18 de agosto de 2012

Música Clásica, 2ª Serie. (XIV) Borodin




Es muy apreciado el tercer movimiento, Nocturno, del Cuarteto de cuerdas nº 2 en re mayor de Alexander Borodin, siendo así que haciéndosele justicia por su belleza se le deja de hacer, en ocasiones, la misma gracia al cuarteto en su integridad. La pieza fue compuesta como regalo a su mujer, la extraordinaria pianista Ekaterina Protopópova, para la celebración del vigésimo aniversario de su matrimonio, de vuelta de un viaje a Alemania donde trabó amistad con Liszt. Tal vez por ello Borodin dedicó a esta creación tiempo e intensidad desusados en su práctica habitual, más en consonancia con la del compositor amateur que reserva para la música el tiempo que le brindan los fines de semana. 

Es algo más que una conjetura, y poco menos que indistinguible de la certeza, que Borodin fue hijo bastardo  del príncipe Gedevanishvili y de una bella e inteligente sirvienta que trabajaba para él, Dunia Antónova. No se desentendió, sin embargo, el príncipe de su vástago ni de su madre, proporcionándole al primero el apellido de uno de sus criados, Porfiri Borodin, y, a la segunda, medios materiales que les permitieran llevar una vida desahogada y proporcionar al pequeño una educación sólida y esmerada. 

Desde niño, Borodin demostró tener un talento excepcional para la música, en la que se inicia de manera autodidacta. Poco después, en un internado escogido por su madre para su formación, recibirá clases de piano a manos de su tutor, Pormann. También allí aprendió a tocar el violonchelo, con la intención de tocar música de cámara con Chiglev, compañero de estudios y amigo, que prefirió iniciarse en el violín. 

No obstante estos inicios, y a pesar de que nunca abandonó el cultivo de la música, como evidencia, por ejemplo, la popularidad de su ópera El príncipe Igor, en donde están recogidas sus Danzas Polovotsianas, Borodin se dedicó profesionalmente a la química, terreno en que destacó de modo sobresaliente. 

La pieza que escucharemos esta tarde, y que ya ha sido anunciada, no habría sido posible de no haberse despojado Borodin de la influencia de Balakirev, su primer mentor en el ámbito de la composición, pues éste consideraba la música de cámara, en general, una influencia degradante de la cultura alemana. Sólo su encuentro con Rimski-Korsakov logró suscitarle interés por la música de salón, siendo estos dos compositores los únicos de entre el grupo de Los Cinco, o Gran Puñado, que se permitieron influencias externas en el desarrollo del proyecto de una música de carácter nacional. 

Con remembranzas orientales a lo Korsakov, salvo el cuarto movimiento, de técnica contrapuntística que rinde homenaje a los cuartetos de Beethoven, el Cuarteto de cuerdas  nº 2, en Re mayor, de Alexander Borodin, se erige como una de las cumbres del género. Lo escuchamos ya en una deliciosa interpretación del Harlem String Quartet grabada en el festival de música de verano Music Mountain, en su octogésimo segunda edición. Son sus movimientos, Allegro moderato, Scherzo, Nocturno y Finale.

Buenas tardes, pólovtsy.



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